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Sabemos que el hombre por hablar hace que el goce aparezca siempre en el lugar inadecuado (ya  sea en el objeto de su deseo o en el cuerpo propio donde la excitación va más allá de las zonas erógenas).

Esto hizo que en la sociedad habitada por el espíritu victoriano viese en forma escandalosa la propuesta psicoanalítica, que develaba verdades del sexo, que Freud encontró en las afecciones histéricas.

Recuerden que el retorno de lo reprimido aparecía en el síntoma como formación de compromiso abriendo  una verdadera caja de pandora al someterlo al desciframiento que volvía legible aquellas verdades no aceptables por el sujeto y su entorno social.

La noción de censura era solidaria del concepto de inconsciente que Freud descubrió como activa y determinante en los fenómenos que la patología de la época ofrecía.

Cuando Lacan encuentra a Freud comienza a destacar el valor del lenguaje que hallaba en las formaciones del inconsciente quienes permitían determinar la estructura, más allá de los contenidos de las representaciones. Así aparece su célebre fórmula el inconsciente está estructurado como un lenguaje que la sostendrá con firmeza hasta muy avanzada su enseñanza.

En esta perspectiva aparece la noción de verdad que habla y se hace escuchar ordenando la experiencia analítica. En cambio, en principio, el goce fuera del significante, se plegará a este y nos permitirá orientarnos en algunas afirmaciones  de Lacan donde verdad y goce parecen ocupar un mismo espacio.

Entonces, la verdad ligada a la palabra quiere ser confesada, quiere decirse ya que clama en el desierto de la ignorancia y necesita ser escuchada, volviéndose solidaria de la compulsión de repetición en tanto no se satisface al correlacionarse con un faceta oculta del objeto, como podría ser en  la ciencia.

Es una verdad que discute lo dado, o sea la realidad y parece entre otras formas en ‘’La cosa freudiana’’ como insumisa a la elección del sexo e inhumana, ya que ignora las condiciones de vida del hombre y se revela al orden de las cosas. Así se desliga del principio del placer y comparte con la compulsión de repetición el exceso, que lo lleva más allá de aquel principio que por cierto desarregla lo dado.

En el esquema Z uno de los primeros de Lacan la verdad aparece en el eje simbólico mientras el goce es de la imagen,  no del cuerpo, siendo el narcisismo lo que nombra la conjunción del goce y lo imaginario.

Esta instalación jubilosa del sujeto en la imagen especular denota el goce imaginario, y da cuenta de la elección del goce en el ser humano.

El sujeto asume la imagen y se identifica a ella en tanto goza de ésta placenteramente quedando el más allá del principio del placer ligado al orden significante. Tenemos entonces una primera consecuencia, el goce es extra significante implicando lo resistencial frente a la movilidad significante.

La  clínica de la primera época de Lacan se sostiene entre la identificación y el goce y se basa en el inacabamiento de la identificación en la mujer, quien no se sabe que es una mujer por la disociación del goce y la imagen generando una investigación en las pacientes a través de una interrogación que dirigen a un otro real, la Otra mujer. Pero las preguntas se canalizan a partir del hombre, identificándose a él para apoderarse del Otro real. El yo esta sostenido en el hombre y no puede gozar de él en tanto es un medio.

La apelación al deseo, como deseo del Otro, deviene insatisfecho para la sujeto porque es equivocado.

En el obsesivo habrá también una transferencia de goce al otro imaginario, quien goza del espectáculo, quedando el yo ligado a lo sacrificial de una imagen que aspira a la perfección.

A partir de esa transferencia de goce por las vías imaginarias  que no permitían una resolución de los problemas clínicos en tanto conducían a la histérica a una inversión sexual aparece el falo como punto de conexión entre lo simbólico y lo imaginario.

Lo imaginario es llevado a la categoría de lo simbólico considerando al falo como aquello deseado por la madre en tanto para la mujer tendrá un valor  no sólo de  imagen sino como sujeto, ligado al efecto  significante a partir de la metáfora paterna, donde el nombre del padre estabilizará y resguardará al goce.

La clínica  centrada en el falo, encuentra en él la identificación ligada al goce en la neurosis como deseo de ser falo y en la psicosis por su deber  serlo que lleva a la feminización del sujeto.

Lo que el sujeto masculino como el femenino aceptan, al tenerlo y no tenerlo, a partir del descubrimiento de que no lo son, dan cuenta de que es necesario consentir a la castración del goce desligado de la identificación para arribar a posiciones sexuadas.

Al volverlo al órgano que falta en la mujer el significante de los significantes este goce deviene valor y permite constituir la llamada ecuación simbólica pene, niño, heces, dinero que evidencia en sus formas diferentes la encarnación de un mismo valor.

Aparece entonces en ‘’Subversión subversión del sujeto y dialéctica del deseo’’ una propuesta  otra, que ya no se trata de perder o ganar sino entrar en el circuito de circulación del falo.

La castración enigmática ahora será definida como la necesidad de que el goce sea rechazado, para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo.

O sea que el rechazo del goce  lanza al deseo articulado a la metonimia significante y  produce una transformación de aquel cuando es alcanzado.

Si la castración regula al deseo y lo causa este nos lleva necesariamente respecto del goce al fuera de escala, y la ley no lo vuelve calculable.

Desde otra perspectiva siempre me llamo la atención en ‘’La dirección de la cura y los principios de su poder’’ del momento que va a definir al falo. Comenta en un estilo preciso: ‘’ la marca de hierro del significante en el hombro del sujeto que habla’’  ‘’es menos pasión pura del significado que pura acción significante que se detiene en el momento en que lo vivo convertido en signo se hace insignificante’’ El falo es ese jirón sangriento: ‘’la libre de carne que paga la vida para hacer del él el significante de los significantes, como tal imposible de ser restituido al cuerpo imaginario, es el falo perdido de Osiris embalsamado’’. Esto adelanta la presentación de la mortificación de la carne en el ser hablante.

Cuando Lacan aborda los cuatro discursos en el seminario ‘’El revés de psicoanálisis’’ será el último intento de sostenerse en el lenguaje en la regulación y el tratamiento del goce.

Trata de liberarse en una época del sujeto sujetado que pagaba en dicho sujetamiento con el cuerpo. tal como sostiene Foucault: "la teoria de la soberania se propone necesariamente constituir lo que yo llamaria un ciclo, el ciclo del sujeto (súbdito), mostrar como un sujeto entendido como individuo dotado, naturalmente (o por naturaleza), de derechos, capacidades, etc, puede y debe convertirse en sujeto, pero entendido esta vez como elemento sometido en una relacion de poder. La soberania es la teoria que va del sujeto al sujeto, que establece la relacion politica del sujeto con el sujeto’’.

Es así como aparece el discurso psicoanalítico verdadero revés del discurso amo  en el cual se sostenía el inconsciente freudiano.

Discurso Amo

S1 →S2
S      a

Es interesante recordar que al sujeto se lo pone a trabajar para destituir a los significantes amos los llamados S1 que enmarcaban la producción de goce.

Lacan con el nuevo discurso desligaba la relación entre el S1 y el saber S2 que producía el “a’’ como plus de gozar.

Así el discurso analítico hacía caer al S1 como resto desligado del saber,  S2 , que ocupa el lugar de la verdad.   

Discurso Analítico

a       S
S2     S1

Este saber está  lejos del saber universal que producía el S1, significante amo. Más bien son retoños de saber ligados al semblante del Otro cuando es reducido a un desecho. De ahí que el psicoanálisis trabaja con saberes tan singulares que no alcanzan el prestigio de la ciencia.

Recordamos a Freud quien dio el primer paso para destituir el saber científico que poco podía hacer con la histeria. De últimas con ésta se alcanzó un saber inconsciente articulado que fue la respuesta más racional, para dar cuenta del goce en la producción de síntomas.

Discurso Histérico

S     S1
a     S2

Pero dejó un resto que lo hizo decir a Lacan: "la histérica se cura de todos sus síntomas menos de su histeria’’. Esta afirmación llevaba a hacer dependiente a la histeria del discurso, y como tal condena a la insatisfacción que produce el deseo. Sin embargo la idea de pérdida de goce fue sostenida por Lacan durante gran parte de su enseñanza.

En el seminario de un "Otro al otro’’ en el apartado llamado "Del uno y el a minúscula’’ sostiene: ‘Si hay una actividad cuyo comienzo se funda en la asunción de una pérdida es la muestra en la medida en que el abordaje de toda regla, es decir la concatenación significante, se trata de una actividad de pérdida’’. ‘’Este efecto simbólico se inscribe en el hiato producido entre el cuerpo y su goce, en la medida que la incidencia significante o de la marca del rasgo unario, la determina o la agrava."

Decimos entonces el plus de gozar es lo que responde no al goce sino a la pérdida de este lo que se vuelve la causa conjugada del deseo de saber y de esta animación.

Aparece entonces la fórmula 1/ a  = 1+a  que representa al goce masoquista que pretende en una ecuación armónica desde su posición de "a", constituir al Otro del contrato una vía para acercarse al goce de este.

El masoquista monta pues una escena que consiste en que más allá del principio del placer hay Otro animado por una voluntad de goce que exaltando al cuerpo lo sacrifica.

En consonancia aparece ‘’Radiofonia’’ donde concibe  al lenguaje mortificando al cuerpo, cadaverizándolo, y plantea que es indiferente que el cuerpo esté muerto, puesto que en la vida el hombre este cadaverizado por el significante.

Así se desvanecía la muerte como punto que fija la última retracción del sentido, solidaria del ser referido a la muerte de Heidegger, resaltándose en cambio que en la muerte se presentifica la vida al recordar lo que fueron para el sujeto los instrumentos de  goce, ya que el inconsciente  no piensa, ni calcula y trabaja para este.

Con estas observaciones podemos ahora abordar un artículo es "Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina" de 1958, antecedente que permite inferir que el goce no se limita al campo determinado por el significante; hablando del deseo sexual de la mujer escribe: "Tal vez se descubra por ahí el paso que lleva de la sexualidad femenina al deseo mismo."

"En efecto, lejos de que a ese deseo responda la pasividad del acto, la sexualidad femenina aparece como el esfuerzo de un goce envuelto en su propia contigüidad (de la que tal vez toda circuncisión  indica la ruptura simbólica) para realizarse a porfía del deseo que la castración libera en el hombre dándole su significante en el falo."

Porfía es emulación y rivalidad a cuál más. Luchar haciendo valer al goce como el masculino. Este goce es contiguo no fragmentado o roto por el significante. Por otro lado al no estar acotado es anterior a la castración. 

Cuando Lacan infiere en Radiofonia que "La experiencia analítica no toca al ser sino para hacerlo nacer de la falla que produce el ente al decirse", permite constatar el sufrimiento que se sostiene en el cuerpo por el hecho de hablar.

Retomamos ahora a partir de dos citas del seminario XIX "Ou Pire" donde se puede leer el peso del significante en relación al goce del cuerpo y la sexuación.

"Ya el aṅo último he creido poder plantear aquello de lo que se trata,  fidex y que creo, por razones que son tentativas, poder escribir como en matemáticas, a saber la función que se constituye desde que existe este goce llamado goce sexual y que es propiamente lo que hace barrera a la relación. Que el goce sexual abra para el ser hablante la puerta al goce, y ahí tengan un poco de oreja: perciban que el goce cuando lo llamamos asi a secas, es quizas el goce para algunos, no lo elimino, pero verdaderamente no es el goce sexual."

"Es el mérito que se puede dar al texto de Sade haber llamado a las cosas por su nombre: gozar, es gozar de un cuerpo. Gozar es abrazarlo, es estrecharlo, es ponerlo en pedazos. En derecho, tener el goce de algo es justamente eso; es poder tratar algo como un cuerpo, es decir, demolerlo, ¿no es cierto? Es el modo de goce más regular, es quizas por eso que esos enunciados tienen siempre una resonancia sadiana. Es necesario no confundir sadiana con sádica, porque se han dicho muchas boludeces precisamente sobre el sadismo, que el término esta desvalorizado. No avanzare mas sobre este punto."

Otra cita:

"Si encontraramos en la lógica un medio de articular lo que inconciente demuestra de valores sexuales, no estariamos sorprendidos, quiero decir aquí mismo en mi seminario, es decir en la superficie de esta experiencia, el análisis, instituido por Freud, y de la cual se instaura una estructura de discurso que he definido."

"Retomo lo que dije. En la densidad de mi primera frase he hablado de ‘’valores’’ sexuales. Quiero hacer observar que esos valores son valores comunes, comunes en todo lenguaje: el hombre, la mujer, eso son lo que se denominan valores sexuales. Al comienzo, que haya el hombre y la mujer es la tesis de donde parto hoy es antes que nada asuento de lenguaje."

"El lenguaje es tal que para todo sujeto hablante, o es ‘’él’’ ó es  ‘’ella’’. Es algo que existe en todas las lenguas del mundo. Es el principio del funcionamiento del género, femenino o masculino. Que haya el hermafrodita, sera sólo una ocasión de jugar con mayor o menor ingenio  a hacer pasar en la misma frase el él y el ella. No se lo denominara ‘’ eso’’ en ningún caso, salvo para manifestar asi algun horror de tipo sagrado; no se lo pondrá en neutro."

"Dicho esto, el hombre y la mujer, no sabemos lo que son. Durante un tiempo, esta bipolaridad de valores ha sido considerada soportar suficiente, suturar lo que hay del sexo. Es de alli mismo que proviene esta sorda metáfora que durante siglos ha subtendido la teoría del conocimiento."

Tras los valores sexuales marcados por el significante surge una relación perturbada a su propio cuerpo llamado goce, quien hace que el hombre no pueda encontrar la paz sexual ya que el fidex introduce la función de la castración ligada al lenguaje.

Es a través de la mujer que aparecerá un goce suplementario, llamado también goce ausencia que no es menos goce, ni negación del goce fálico.

Es el goce de las mujeres que las convierten en ausentes de sí mismas y de la cual nada pueden decir porque sólo lo sienten en el cuerpo.

Aquí queda señalado en "Dios y el goce de la mujer" del seminario XX "Aún" aparece la pregunta: ahora, el goce del cuerpo, si no hay relación sexual de qué puede servir.

Lacan proporciona algunas respuestas:

Colocarse la mujer del lado del hombre es una elección. Es bien sabido que hay mujeres fálicas y que la función fálica no le impide a los hombres ser homosexuales.

Para el hombre a menos que haya castración es decir algo que le diga no a la función fálica, no existe posibilidad de que goce del cuerpo de la mujer, más concretamente de que haga el amor (diferencia del acto de amor que refleja la perversión polimorfa del macho), hacer el amor es poesía y acerca la posibilidad de llegar al goce del cuerpo.

Conclusiones:

Sí la mujer es no toda y como tal no podemos hablar de esencia, por lo tanto en parte está excluida de la naturaleza de las cosas lo que las lleva a quejarse sin saber, lo que dicen sostenía Lacan. Agregando su goce otro en tanto, ex-siste las vuelve incómodas a punto tal que no hay límite a las concesiones que cada una hace para un hombre, ya sea de su cuerpo, de su alma o de sus bienes.

Lacan cree pues en el goce de la mujer y en ese sentido lo anticipa cuando habla de Regina por cuyo intermedio Kierkegaard tuvo acceso a un deseo en segundo grado más allá del objeto "a". 

Se abre una respuesta al empuje del goce que no se articula en la palabra y que Miller llama iteración.

Habrá entonces que redefinir una teoría de las pulsiones.

En el esquema de las zonas erógenas Freud concebía un recorrido de ida y vuelta solidario de un recorrido gramatical por ejemplo, el ver-ser visto, que se desplaza al hacerse ver.

Así en el cap. XVIII de los "Cuatro Conceptos" perteneciente al apartado “El campo del Otro y el retorno a la transferencia" en una respuesta que Lacan ofrece a Safouan, cuando este lo interroga por la diferencia entre objeto de la pulsión y el objeto del deseo dice: “recuerde la experiencia de la bella carnicera. Adora el caviar pero no quiere el caviar. Por eso lo desea. Comprenda que el objeto del deseo es la causa del deseo, y este objeto causa del deseo es el objeto de la pulsión, es decir el objeto en torno del cual gira la pulsión."

Se demuestra así como la pulsión sigue los caminos labrados por el significante que llevará a Lacan a escribir a aquella como Ș∆Ḋ,  donde esta inscribe al sujeto barrado en términos de demanda.

Cuando Lacan comienza a interrogar la materialidad de lo simbólico creando el neologismo de lalengua, aquellos significantes Unos no articulados, que constituyen un enjambre zumbante, desprende de  esos Unos la singularidad, y cambia la noción de pulsión.

En el primer capítulo del seminario 23 "El sinthoma" refiriéndose a los filósofos ingleses sostiene: ellos creen que la palabra no tiene efecto y piensan que hay pulsiones. "No piensan que las pulsiones son el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir", pero para que resuene este decir es preciso que el cuerpo sea sensible a ello. De hecho lo es. El cuerpo tiene orificios entre los cuales el más importante es la oreja porque no puede cerrarse. Por esta vía responde en el cuerpo lo que he llamado voz.

Aquí ya no hay ningún circuito sino simplemente resonancias sonoras previas al lenguaje articulado y por lo tanto al sentido lo que permite afirmar que el ser hablante sabe más de lo que cree  saber, cuándo este se enuncia en términos significantes.

Llegados aquí podemos decir que el lenguaje es una elucubración de saber sobre "lalengua" y como tal es solidario del sentido y la apariencia, ligado  a la palabra.

La verdad hermana del goce es sólo una aproximación a lo real tal vez la última pantalla al  goce del cuerpo, que como tal permanece indecible y habita fuera del sentido. Esto es bien diferente al goce fálico que se liga a la palabra.

Terminando su enseñanza en una de sus cartas de la disolución sostenía

"Puesto que es necesario que termine con el malentendido de las mujeres, de las que dije en mi último seminario no estar privadas del goce fálico.

Se me imputa pensar que son hombres. Les pregunto un poco

El goce fálico no las acerca a los hombres, más bien las alejas de ellos, porque este goce es obstáculo a los que la aparea al sexuado de  la otra especie.

Prevengo esta vez el malentendido, subrayando que eso no quiere decir que ellas no puedan tener, con uno sólo, elegido por ellas, la verdadera satisfacción-fálica

Satisfacción que se sitúa en su vientre. Pero como respondiendo a la palabra del hombre

Es preciso para eso ella caiga bien. Que caiga sobre el hombre que la habla según su fantasma fundamental, el de ella.

De eso saca, como efecto, amor a veces, deseo siempre. 

Eso no sucede tan a menudo. Y cuando sucede, no hay relación, en tanto escrito, que sea avalado en lo real.

De lo que yo llamé la no relación, Freud tenía la idea, a pesar de su reducción de lo genital al hecho de la reproducción.

No es, en efecto, lo que él articula de la diferencia de la pulsión que llama fálica con aquella que él pretende subsistir de lo genital?

Hubiera él percibido el dualismo sin la experiencia en que él estaba, del psicoanálisis?

El goce fálico es aquel justamente que consuma el analizante

Para terminar deseo observar cómo el goce fálico en la mujer está ligado a la palabra del hombre  cuando aquél responde y le habla a su fantasma. Lacan sin duda como Tiresias responde que la mujer goza sin duda más que el hombre en el amor. Espero haber despejado algunos interrogantes en este tema tan ligado a nuestra práctica.

Gerardo Maeso - Agosto 2014

Autor: Gerardo Maeso